2007年7月27日金曜日

neo-carreño (TalCual, junio07)

El tiempo pasa, Soledad canta las mismas canciones para el público del otro lado y la urbanidad se hace gorda y obsoleta. Al rescate la televisora nacional, siempre contribuyendo a la sofisticación de la ciudadanía. El audaz título del programa es "Nuevos Modales" y comenzamos con los artículos indispensables en la cartera de cualquier dama moderna y gentil: dos pañuelos de diferente tamaño; un paquetito de papel tissue; una postal en blanco con su estampilla pegada (50 yenes); un sobre pequeño y discreto con una razonable cantidad de dinero y con tarjetita de "gracias" incluida; unos caramelitos de menta (sin azúcar); un bolígrafo, lápiz de labios...
A continuación, las explicaciones. El pañuelo más grande lo utilizará la dama para cubrirse las piernas si se sienta en un parque y anda de falda corta (cosa que no le dijeron en el colegio a MariCori), o para colocarlo sobre un asiento sospechoso. También sirve para colocarlo sobre el regazo mientras almuerza en casa ajena o en un restaurant sin servilletas de tela. El más pequeño debe tenerse como reserva para una verdadera emergencia: que su acompañante no cargue el de él. En lugar de llamarlo mal educado y desconsiderado, ella, generosa y divina, perdonará este lapsus y subirá sus acciones bursátiles prestándole el suyo, limpio, muy femenino y muy ligeramente perfumado. A una amiga en condiciones similares se le regala un papel tissue. De nada.
La postal en blanco y lista para ser enviada es una característica religioso-epistolar: una fe ciega en la puntualidad del servicio de correos japonés. Dice el manual que una cortesía, un gesto, un favor, debe ser agradecido en las próximas 48 horas (las groserías deben ser olvidadas inmediatamente). La fina dama carga su postal lista, la escribe en sólo cinco minutos y la deposita en el primer buzón con el que se tropiece. Llegará en un día o dos. Amén.
El sobrecito cae en la categoría "Maneje con Cuidado" y probablemente muchas chicas no lo necesiten en toda la vida. Resulta que hay unas afortunadas a las que el tipo las invita, las invita, las vuelve a invitar y siempre paga la cuenta. ¡Inadmisible! Ella a la tercera ocasión lleva su sobrecito con más o menos lo que cuesta invitarla una vez, y con una tarjetita muy personal de "gracias por los favores recibidos" se lo entrega con la promesa de que habrá una cuarta, quinta, hasta que la muerte, vez. Mohín de pasión.
Los otros adminículos se explican por su propia naturaleza y el ítem tácito pero indispensable es la cajita de condones, porque no hay glamour que no se empañe con la angustia de tener que sufrir las consecuencias del sexo sin protección.

M.C.Valecillos