2008年12月9日火曜日

Ludovico Silva (RIP, QEPD, +)

A pesar de lo que hace poco reportaba Aporrea, la evidencia forense parece confirmar que si, Ludovico Silva si está muerto y enterrado (aunque la naftalina a veces obra milagros y los muñecos de cera nunca pasan de moda).

Dice la leyenda que los conocedores y estudiosos de la obra de Marx disfrutan mucho la interpretación que Ludovico hace de su pensamiento y de su estilo literario, así como de sus elegantes corolarios. He oído decir que su producción es comparable a un catálogo de museo: no sustituye la experiencia de ver un Picasso en persona, pero ¡qué bien luce a la hora de las citas en discursos y ensayos! Ludovico explica a Marx, pero para entender la explicación que Ludovico hace hay que conocer bien a Marx, con lo cual se hace superflua la explicación de Ludovico… a menos que estemos en la búsqueda de la recetica fácil o la fórmula mágica para llegar al socialismo. Oseaves.

Los menos avispados nos deslizamos en tobogán por los libros de ensayos de Ludovico Silva, extrañados y ofendidos por el esnobismo de un autor que escogió sacrificar la claridad ante el lector con tal de hacer gala de su erudicción y condición de políglota. Algo golpeados aterrizamos en el último libro: En Búsqueda del Socialismo Perdido, donde no podemos evitar sospechar, entre tanta loa a Pompeyo Márquez, tanta admiración por Teodoro Petkoff y tanta peladera con relación a Lech Walesa, Mikhail Gorbachev y Manuel Caballero, que si dios no le hubiese quitado la vida antes que a mi, la más reciente foto de Ledezma habría tenido a Pompeyo a la diestra y a Ludovico a la siniestra, guiñándole a la cámara.

Porque a mi se me hace Ludovico precisamente el niño inteligente, terrible y malcriado que siempre termina con inmaculados modales frente a sus mayores, fotografiado en las crónicas sociales, miembro de esa "cohorte de intelectuales" que incluye a Teodoro, Pompeyo, Marta Sosa, Caballero, Zapata, Ibsen, muy socialistas ellos, pero que a la hora del café bien supieron que sus corazoncitos pertenecían a Sofía Imber.

Uno no puede confrontar a los muertos y preguntarles ¿a quién querés vos? Lo más que puede es proyectar el vector y ver a donde habría llegado la punta de la flecha en veinte años. Quizás es sólo la idea de una golondrina principiante en marxismo y analfabeta en francés y alemán, pero hablar de la vigencia de un autor que libérrimamente escogió escribir para élites y no para el pueblo es, o mucha desnutrición de ideas o mucha alcamonería, que es como le dicen en mi pueblo al esnobismo.

María Cecilia Valecillos -

http://www.aporrea.org/actualidad/a68387.html