El problema con las generaciones nacidas y criadas
bajo regímenes colonizadores en sociedades que se
plegaron a tal colonización y opresión es que
se formaron en el miedo y la sumision.
Crecieron teniendole miedo y odio al amo, y al mismo tiempo
sintiendose agradecidos por los pocos privilegios que
éste les arrojaba. Se hicieron grandes sabiéndose
pequeños e indefensos ante el poder. Envidiaron a los
hijos de sus opresores y, al envidiarlos, querían ser
como ellos.
Muchos de ellos no pueden creer en nada ni en nadie, pues
saben que nadie puede creer en ellos. Desde niños supieron
que, para sobrevivir, tenían que estar dispuestos a vender
el alma, a fingir debilidad, a traicionar a los más cercanos,
para asegurarse un pequeño lugar a la sombra del poder.
Dice el libro de historias de los judíos, que una vez que
el pueblo judío llegó con Moisés a la tierra prometida,
tuvo que permanecer fuera de ella por cuarenta años. Era
necesario que el pueblo, que había crecido esclavo, se
despojara de la lastra de la esclavitud antes de poder
formar una nueva nación.