2007年5月30日水曜日

Explicando la Concesión

No importa si es Gustavo Dudamel dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles, Milka Duno apretando el acelerador de un potente automóvil o Barbarita Palacios vendiendo joyas en Miami, cuando a uno le toca explicar a Venezuela es difícil no sentirse responsable por lo que el mundo termine pensando de nosotros.
Fíjese en el cese de la concesión de RCTV. Usted abre los periódicos japoneses y ahí está "Régimen silencia una voz disidente" frase que parece salida del Manual de Escritura del Titular Impactante. Le siguen las "nutridas manifestaciones", el "indescriptible dolor", las "incontenibles lágrimas" y otras cuantas frasecitas de receta para describir algo que, si a ver vamos es lo más increíblemente justo y revolucionario que haya sucedido alguna vez en Venezuela: bastan los mecanismos legales y legítimos para que una emisora que trabaja con sub-estándares en vulgaridad, chabacanería, violencia e irrespeto para con el público sea retirada del limitado espectro radioeléctrico; sólo se precisa aplicar la ley y la Constitución. Sublime.
Desde fuera no luce bien y eso ha sido inteligentemente explotado por las agencias noticiosas. Pero uno que dejó de ver la Rochela cuando se dio cuenta de lo triste que es reírse del débil y del diferente; uno que no ve en una telenovela más que una sucesión reciclada de diálogos gritados, llenos de violencia, clichés, prejuicios y discriminación; uno que se muere de la vergüenza al ver la poca calidad de cualquier programa de concursos o la poca seriedad de un noticiero desprovisto de toda ética periodística; uno que deplora que con tanto adelanto técnico la publicidad siga siendo vulgar y tosca; uno que botó tierrita con RCTV hace siglos, comienza explicando al colega nipón que lamentablemente hay naciones en el mundo en las que la televisión se hace de espaldas al interés del público; que ésta no educa, no enseña y sólo "entretiene" atontando. Continúa uno señalando que esas televisoras se consideran por encima de la ley y de la nación, arogándose el papel de líderes políticos sin otro mandato que el que les da el rating y sin otro compromiso de responsabilidad que no sea para con sus accionistas.
Es arduo explicarle esto a alguien que vive en una sociedad en la que la televisión es un servicio público que, además, da ganancias y que cuando una emisora miente diciendo que la soya fermentada adelgaza, lleva el caso al Parlamento y pide sanciones ejemplarizantes, incluyendo, en caso de reincidencia, la revocación de la concesión. Arduo pero se explica, y se explica con gusto.